Algunas zonas de Asia Central (desde el Cáucaso hasta las montañas de Altai), Asia Meridional (en las laderas del Himalaya y del Hindu Kush) y Asia oriental (a lo largo de los márgenes del río Yangzi) han sido propuestas por diversos autores como posibles localizaciones del origen natural del cannabis o de su domesticación primaria. Todas estas regiones probablemente hayan jugado un papel importante en un momento u otro en la evolución de nuestra planta amiga.
Por Ramón Servia – Ingeniero Técnico Agrícola – servia.ra@gmail.com
La localización exacta del origen del cannabis permanece todavía indeterminado debido a que esta especie fue variando su hábitat acompañando repetidamente los ciclos de glaciación y deshielo. Se estima que en torno al 12.000 A.C. Se produjo la expansión de esta especie en Eurasia, acompañando al ser humano.
De Candolle (1967) afirmaba que el cannabis sólo aparece de forma silvestre al sur del Mar Caspio, en Siberia, junto al Río Irtych y en el desierto Khirgiz, más allá del lago Baikal. También sugería que habría sido cultivado por primera vez al sur de Siberia.
La Indian Hemp Drugs Commision Report (1893 – 1894) identificó una vasta área que incluía las laderas orientadas al sur del Himalaya, desde Cachemira a través de Nepal y el Noroeste de la India, como la región donde se daba al crecimiento espontáneo del cannabis.
El trabajo de campo y las teorías del botánico ruso Nicolai Ivanovich Vavilov aportaron un gran avance en el conocimiento sobre los orígenes de las plantas cultivadas. Vavilov estudió la diversidad fenotípica (la variación de los rasgos observables) en la zona de Asia Central, permitiendo diferenciar una planta genuinamente salvaje procedente de una variedad cultivada y seleccionada por el hombre.
Algunas de las características de la domesticación también se encuentran en variedades de cereales y otros cultivos. Los criterios que estableció para identificar una planta de cannabis silvestre eran los siguientes:
1. La germinación de las semillas es lenta e irregular.
2. La cobertura de las semillas permanece como una cáscara alrededor de las mismas desarrollando un patrón de camuflaje.
3. Las semillas tienen glándulas oleicas que atraen diversos insectos que ayudan a dispersarlas.
4. Las inflorescencias se desmenuzan con facilidad para favorecer la distribución de las semillas.
Vavilov y Bukinich, en 1929, informaron que el cannabis prosperaba de forma habitual en zonas irrigadas de Afganistán. También describieron su visita al Turkestán Chino en busca de evidencias de los posibles orígenes de diversas plantas cultivadas. En lo que hoy en día es la provincia China de Xinjiang, Vavilov observó densos campos de cannabis cultivados en los valles del Turkestán chino y a lo largo de las laderas orientadas al sur de las montañas de Tian Shan, así como su presencia como vegetación habitual en las provincias rusas de Irkutsk, Omsk y al este del río Amur.
Sus conclusiones fueron que la mayoría de las plantas cultivadas en la región provendrían principalmente de China al este y Afganistán y Pakistán al suroeste. De todas formas consideró de forma general que el cannabis era un cultivo nativo originado en Asia Central.
El cáñamo salvaje era utilizado ocasionalmente por las poblaciones locales para la manufactura de cordajes y extraían la fibra de una forma bastante rudimentaria, prescindiendo del proceso de enriado y simplemente separaban las fibras de los tallos de forma manual y en seco. Su empleo, sin embrago, estaba ampliamente extendido en las montañas de Altai, y conjeturó que había sido allí donde el cáñamo salvaje podría haber sido el candidato ideal para el cultivo por parte de las poblaciones sedentarias recién asentadas.
También observó lo que podría ser un vestigio de un antiguo uso por parte de las sociedades nómadas: recoger la fibra del cáñamo salvaje en las montañas al principio del otoño, antes de desplazarse a los valles de menor altitud para evitar el frío del invierno. De forma similar, la etnia Nu, una etnia parcialmente nómada y basada en el pastoreo de ganado en la provincia China de Yunnan, sembraban las semillas de cáñamo a lo largo de las laderas de las montañas a principios del verano mientras pastoreaban su ganado, dejando el cultivo sin atender hasta su regreso en otoño para recoger el forraje de invierno. En ese momento recolectaban las semillas y la fibra, que posteriormente trasladaban a sus poblados para su procesado, hilado y tejido durante el invierno.
Vavilov y Bukinich caracterizaron de forma general el cannabis afgano como de baja estatura, con internodos cortos y ramificación abundante desde el primer nudo. En la zona oriental del país se describieron sus variedades, con hojas pequeñas, foliolos anchos y ovales y puntas apuntando hacia abajo. Sus semillas serían extremadamente oscuras y pequeñas, y se dispersaban con gran facilidad, siendo esta característica propia de las plantas salvajes.
La conclusión del botánico ruso fue que las variedades de cannabis afgano eran completamente diferentes a las variedades tanto silvestres como cultivadas que se podían encontrar en Europa o Asia y por lo tanto debía ser considerada como variedad independiente. De la misma forma, apuntó que el cannabis de tipo europeo (con foliolos estrechos y de gran estatura) era cultivado en el norte del país para la elaboración de hachís.
Basándose en el trabajo de D.E. Janischevski (que había identificado el Cannabis ruderalis en los márgenes del río Volga) y de otros científicos del extenso programa de investigación agrícola soviético, Vavilov propuso tres polos donde se podría considerar el cannabis como originario: China, India y Asia Central. Pero la interpretación de Vavilov sobre los centros de diversidad de los cultivos agrícolas no ha sido ampliamente aceptada. El empleo de la diversidad fenotípica como clave para determinar el origen de una planta ha sido cuestionado en las últimas décadas, siendo las técnicas basadas en el análisis genético mucho más aceptadas hoy en día. Los cambios fenotípicos durante la dispersión desde el área de origen y durante la introducción en un ambiente nuevo son comunes y obviamente también ha ocurrido con el cannabis. Además, la evolución de esta especie y su variabilidad ha sido acelerada en gran medida por la selección humana durante su domesticación.
Edgar Anderson, en su obra publicada en 1967 donde exploraba la antigüedad de la relación entre los humanos y las plantas, sugería que los centros propuestos por Vavilov por su gran variabilidad eran lugares donde confluyeron diversas ramas genéticas separadas y se hibridaron. De hecho, la presencia continuada de variedades primitivas de plantas cultivadas entre los pueblos tradicionales, muchas veces en zonas remotas tales como las que hoy en día se pueden encontrar poblaciones espontáneas de cáñamo, sea probablemente el resultado del conservacionismo básico de estos pueblos aislados.
Aunque los argumentos para afirmar que el cannabis es originario de Asia Central no son concluyentes, ésta sería la opción más plausible, posiblemente en los valles elevados de Tian Shan o Altai, así como los primeros usos culturales, que podrían haber tenido lugar en esa misma zona durante el pleistoceno. Si el cannabis tuviese su origen en Asia Central estaría perfectamente situado para su difusión hacia el sudeste (Asia Oriental) y hacia el suroeste (Europa) en el avance de la capa de hielo durante esta época.
Una especie que nos puede ayudar a comprender la evolución del cannabis es la vid (Vitis Vinífera), que deriva de la variedad silvestre de la misma. La vid silvestre se puede encontrar en Europa y Asia en altitudes superiores a los 1.000 metros y se valen de la vegetación que las rodea para hacer las funciones de tutor. La vid fue domesticada hace aproximadamente 8.000 años en Oriente Medio y la domesticación trajo consigo grandes cambios en los rasgos agronómicos, incluyendo una mayor productividad y mayor contenido en azúcar. La vid salvaje es dioica, se poliniza con el viento y su dispersión depende de pájaros y otros animales (como el cannabis), mientras que la vid doméstica es hermafrodita y se autopoliniza.
Tanto el rasgo del hermafroditismo como la mejora en el sabor y rendimiento son características evidentemente favorables para el cultivo de la vid. Hace unos 5.000 años, los primeros ejemplares domesticados empezaron a extenderse junto con el hombre a Egipto y baja Mesopotamia, para posteriormente llegar a diversas zonas del Mediterráneo (especialmente durante el imperio romano), alcanzando China y Japón en el año 200 d.C. En este proceso, el hombre fue definiendo la variedad de vides que podemos observar actualmente.
El transporte a grandes distancias es favorecido por las semillas, nuevas variedades surgieron del cruce sexual entre individuos seleccionados y la descendencia que presentaba los rasgos deseados fue multiplicada de forma asexual produciendo poblaciones de clones genéticamente idénticos.
Como resultado de siglos de intercambio de material genético es difícil determinar el origen de plantas domesticadas tan extendidas como el cáñamo o la vid. A menudo se encuentran ejemplares de vid en forma silvestre, pero es complicado determinar si se trata realmente de una variedad silvestre o bien si es la descendencia de una variedad doméstica creciendo salvaje. Lo mismo puede ocurrir con el cannabis, es realmente difícil determinar si un ejemplar que crece salvaje en un lugar remoto siempre ha sido salvaje o simplemente una semilla de un campo de cultivo ha caído en un lugar agreste.
Con la progresiva recuperación de la investigación, en todos los aspectos, del cannabis en cada vez más países, la selección de las mejores variedades se puede acelerar enormemente una vez que salgamos del armario.