Bonsai de marihuana, el arte de la paciencia

¿Por qué hacer un bonsái de marihuana? La respuesta es sencilla: a mucha gente le resulta una planta muy apropiada para ello. Y además no deja de ser un reto personal.

Sus hojas, similares a las del arce, uno de los árboles más apreciados por los mejores maestros en este arte japonés, supone todo un aliciente a la hora de decidirse por qué especie usar.

Además, por su rápido crecimiento, hace que el cultivador no cese su actividad a la hora de cuidar su pequeño arbolito.

Podas, guiados… pero la máxima satisfacción llega cuando se decide pasar la planta a floración. Pero te contamos detalladamente cómo empezar.

¿Cuál es el origen de un bonsái?

La palabra bonsái es una palabra originaria de Japón. Bon significa “bandeja”. Y sai significa “cultivar”. Por lo que la traducción literal ya nos da una idea de que consiste.

Aunque conozcamos este arte por su nombre japonés, sus orígenes se remontan a China. Hace aproximadamente 2000 años los monjes taoistas lo usaban como objeto de culto, considerándolo el enlace entre el cielo y la tierra.

Sólo aquellos que podían mantener un árbol en una pequeña maceta, tendrían garantizada su eternidad. Para ello, intentaban transmitir todos los rasgos de un árbol nacido en libertad, a un pequeño arbolito cultivado en bandeja.

Si se hace de forma correcta, puede llegar a durar lo mismo que un árbol de su misma especie creciendo en el exterior de manera natural. Podremos ver bonsáis con decenas de años o incluso más de un siglo.

Los bonsáis normalmente se mantienen en exterior, protegiéndolos de las temperaturas bajas en el caso de tratarse de especies tropicales.

Así se consiguen unos efectos espectaculares cuando se tratan de ejemplares de hojas caducas como arces o robles, o frutales como manzanos o naranjos.

Con ellos podremos observar el desarrollo estacional. Desde el nacimiento de los pequeños brotes hasta la caída de la última hoja con la llegada del invierno. O la espectacular producción de frutas en el caso de los frutales.

Pero esto no lo podremos hacer con nuestras plantas de marihuana. Se trata de una especie estacional que moriría con la entrada del invierno y después de haber completado la floración.

Pero sí podemos simular una primavera perpetua. Y de hecho ya se hace cuando se mantiene una planta madre en interior durante varios años.

Pero un bonsái de marihuana no queremos que sea una planta madre, dedicada exclusivamente a la producción de esquejes.

Lo que buscamos es tener una pequeña planta de marihuana con el aspecto de una gran planta. Se pretenden gruesos troncos y pequeñas hojas. Pero esto sólo se conseguirá con esfuerzo, cuidados y el paso de muchos meses.

Los primeros pasos con nuestro bonsái de marihuana

A la hora de escoger un buen ejemplar para hacer un bonsái, podremos optar por un esqueje elite o de una madre seleccionada.

La razón es sencillamente que suelen ser plantas seleccionadas en parte por su resistencia. Además si algún día decidimos inducir la floración, qué menos que garantizar una pequeña pero espectacular cosecha.

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Cómo seleccionar una planta madre

Aunque también se puede optar por cualquier esqueje, sea macho o hembra, índica o sativa, aunque estas últimas tendrás un crecimiento más elevado. Partir de semilla no es muy recomendable.

Las raíces de una planta nacida de semilla se expandirán mucho más rápido. De los primeros nudos no obtendremos ramificaciones. Y contará ya de entrada con hojas enormes. Nada que ver con lo que buscamos, desde luego.

En cuanto a la iluminación, optaremos por lámparas de CLF o algún led de pocos lúmenes. No necesitaremos una gran cantidad de vatios, ya que hará que la planta crezca demasiado rápido.

El fotoperíodo, lógicamente tiene que ser siempre de crecimiento. Las opciones son varias, desde un típico fotoperíodo 18/6, hasta alguno más bajo para ralentizar el crecimiento. O alguno más alto para acelerarlo.

Nuestro consejo es que si cuentas con un armario de madres, es hagas un pequeño espacio para el bonsái de marihuana.

La maceta o macetas, preferiblemente optaremos por las de tipo plato o bandeja, como para cualquier otro bonsái. Buscamos también un buen efecto visual, y con las bandejas se consigue esto.

Al igual que si cultivásemos buscando producción, es mejor cultivar realizando varios trasplantes según el pequeño esqueje vaya creciendo.

Así que aunque la forma de la maceta sea indiferente, al menos procura que tengan siempre la misma para que los trasplantes sean más cómodos.

También conviene limitar la cantidad de nutrientes para que el crecimiento no sea explosivo. Siempre mejor que sea lento, pero sin carencias.

El sustrato ha de ser esponjoso y retener muy bien la humedad. El uso de trichodermas y micorrizas prevendrá de enfermedades y la asfixia de las raíces cuando éstas hayan colonizado todo el espacio disponible.

Podremos comenzar con un sustrato ligero o “light”. Con un poco de humus de lombriz y un poco de guano de murciélago, será suficientes para mantener una nutrición equilibrada durante largos períodos.

Como darle forma a un bonsái de marihuana

Una vez el esqueje en la maceta, comienza la actividad. La marihuana es una planta de crecimiento rápido y las podas y guiados serán constantes.

El arte de darle forma a un bonsái no es algo sencillo, pero todo es ir probando. A base de errores también se aprende y en este caso no es diferente.

Quizá consigas inspirarte cerrando los ojos y visualizando lo que buscas, como un pintor cuando le ponen un lienzo en blanco y termina pintando un gran cuadro.

Tu lienzo es tu esqueje. Puedes hacer que el tallo crezca inclinado o retorcido, o simplemente dejarlo crecer de modo natural.

Usar alambre para el guiado del tallo principal es una de las mejores opciones. Y es más fácil hacerlo cuando aún no es leñoso, ya que en ese momento el tallo es más quebradizo.

Siempre con cuidado para no romper ninguna rama, iremos dando forma. Puedes inspirarte en otros bonsáis de cualquier otra especie, como arces o pináceas.

A medida que el esqueje vaya creciendo y ramificando, iremos guiando y abriendo las ramas para separarlas del tallo principal dirigiéndolas en diferentes direcciones.

También es muy llamativo un bonsái de marihuana de gran amplitud de ramas, simulando un árbol con una gran copa como puede ser un roble o un castaño.

Las podas, junto al guiado, son las esencias de este arte. Una vez tengamos decidida la forma que daremos a nuestro bonsái de marihuana, tendremos que podar a menudo para mantener la estructura.

Al principio las hojas serán de gran tamaño. A medida que pase el tiempo y cuando ya el esqueje se haya asentado, irán saliendo cada vez más pequeñas.

Algunos consejos son la de podar una rama si hay otra a la misma altura. También se deber quita ramas verticales que son difíciles de doblar. O podar ramas que ocultan el tallo central.

En cualquier caso conviene siempre respetar el equilibrio natural, como no dejar ramas más gruesas y largas en la zona alta que en la zona baja.

Poda de raíces en un bonsái de marihuana

Tan importantes como las podas de ramas son las podas de raíces. Con el tiempo, éstas habrán colonizado todo el espacio disponible. Y esto hace que puedan llegar a asfixiarse.

Las primeras veces podremos solucionarlo con trasplantes. Pero llegará un momento en que el recipiente a usar tendría que ser ya demasiado grande.

La solución pasa por recurrir a reducir regularmente el volumen de las raíces mediante una sencilla técnica de poda que os explicaremos a continuación.

La mejor ocasión para hacer una poda de raíces, es al mismo tiempo que se realiza una poda de ramas importante. Para ello sacaremos nuestro bonsái de marihuana de su bandeja.

Con la ayuda de un cuchillo muy afilado, recortaremos el cepellón por todo su perímetro. Reduciremos más o menos un 20-30% de su volumen. Tanto por todo el perímetro, como en su altura.

Tras ello, pondremos una capa de material drenante en la bandeja y otra capa de sustrato nuevo. A continuación situamos en bonsái de marihuana de nuevo en la bandeja y rellenaremos de tierra los laterales.

También es buen momento para reducir la longitud del tallo principal si se desea, enterrándolo un poco más de lo que estaba.

Los abonados

Los abonados ya comentamos que han de ser ligeros. Por eso el humus y el guano son muy buena opción por ser de liberación lenta, suministrando nutrientes de calidad durante varias semanas.

Conjuntamente, aportarán todos los macronutrientes y micronutrientes que la pequeña planta precisa. Además son nutrientes de mucha calidad.

En cada trasplante o poda de raíces, ni que decir tiene que uses un buen sustrato con humus y guano. Quizá debería llegar la cantidad de alimento hasta la siguiente poda.

Pero si no es así, basta añadir un poco encima del sustrato, cavando ligeramente con un tenedor después. Los riegos ya se encargarán de que lleguen a las raíces.

Un precioso bonsái de marihuana al cabo de unos meses

Si todo va marchando bien, en unos meses tendremos un bonsái de marihuana con un grueso tronco y gruesas ramas. Se parecerá incluso un poco a un bonsái de arce que aparenta varios años.

Puedes mantenerlo con un fotoperíodo de crecimiento durante todo el tiempo que desees, aunque no eternamente.

No tiene que darnos pena si en cualquier momento nos decidimos pasarlo a floración. Aunque sabremos que su fin se acerca, qué menos que despedirlo con los honores que merece.

Sus pequeños cogollos nos darán grandes alegrías mientras ya pensamos en nuestro siguiente esqueje. Quizá te atrevas la siguiente vez con una sativa pura más indomable.

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